domingo, 2 de febrero de 2014

El mago del Altiplano: la aventura incompleta de Arthur Posnansky en Tiahuanaco





 Arqueólogo, paleontólogo, ingeniero naval, cineasta, explorador, héroe de la guerra del Acre y el pionero que introdujo el automóvil en Bolivia, Arthur Posnansky (Viena, 1873-La Paz, 1946) es una de esas figuras que acaban por convertirse en mito pese a su voluntad. Algunos lo califican como un auténtico “Indiana Jones”, por su perfecta mezcla de hombre aventurero y científico. Cierro mejor filas con aquellos que lo definen como el prototipo del “espíritu renacentista”, por sus intereses multidisciplinares, cargados de la reflexión que sólo nace en la sabiduría, sin abandonar el pragmatismo del hombre de acción.



Hace un par de días asistí a la presentación en La Paz de la reedición en facsímil de parte de su obra magna, que versa sobre la herencia arqueológica más importante y misteriosa de Bolivia y, posiblemente, de Sudamérica. “Tihuanacu, cuna del hombre americano” es uno de los libros cumbre de la arqueología de este continente. Fue publicado originalmente en 1945, un año antes de la muerte de Posnansky, y consta de cuatro tomos, agrupados en dos volúmenes. A fines de noviembre del 2012, la curiosidad y dinamismo que caracterizaban esas primeras semanas tras mi llegada a Bolivia, estuve en la presentación de la reedición gracias a la esmerada labor del editor Carmelo Corzón del primero de estos volúmenes, con los libros I y II de la obra clave de Posnansky. Como señaló el director de Gobernabilidad de La Paz, Pedro Susz, ésta es "una obra clásica de la arqueología y una fuente de consulta indispensable".



Este segundo volumen (bilingüe inglés-español, como el original), que pude conseguir el viernes en este evento presidido por autoridades académicas, indígenas y municipales, entre ellas el alcalde de La Paz, Lucho Revilla, incluye los libros III y IV. Si los dos primeros libros del primer volumen se caracterizaban por una rigurosidad arqueológica sin parangón, con diagramas, fotografías y desplegables perfectos en su elaboración, en la nueva publicación se plasman, además de un intensivo examen de la cerámica tiahuanacota, algunas de las hipótesis históricas y también antropológicas que llevaron al enfrentamiento del innovador pensamiento de Posnansky con el anquilosado estamento científico de su época y de décadas posteriores. 




Ciertamente que algunas de las deducciones de Posnansky son de una más que complicada verificación, como la que retrasaba muchos miles de años (hasta quince milenios antes de Cristo) el nacimiento de la civilización tiahuanacota. Sin embargo, otras apuestas suyas, como la que le llevaba a situar (como señala el título de su obra) en ese remoto lugar del altiplano boliviano el nacimiento o cuanto menos el crisol de las principales civilizaciones sudamericanas (desde Ecuador a la isla amazónica de Marajó, pasando, claro, por Perú), son muy dignas de tener en cuenta y están siendo corroboradas por los últimos hallazgos en excavaciones realizadas, no sólo en el predio que actualmente ocupa el yacimiento de Tiahuanaco (se escribe también Tihuanacu o Tiwanaku), sino en una zona mucho más amplia que acaba en la orilla meridional del lago Titicaca y en varios yacimientos que alcanzan la ceja de selva de la Amazonía boliviana y las misteriosas y poco estudiadas montañas de Cochabamba. Hace unos meses, Eduardo Machicado, un joven arqueólogo boliviano que ha trabajado con varias expediciones internacionales (ninguna española, vaya por Dios), me hablaba de hasta cuatro colosos líticos similares a la llamada Puerta del Sol, el monumento más representativo de Tiahuanaco. Estas construcciones, que no han salido oficialmente a la luz y que no lo harán en los próximos años aún, podrían cambiar la historia de América y quizá del mundo. También darían la razón a algunas de las teorías más “controvertidas” de Posnansky, en concreto la que establece en la más remota antigüedad paleolítica el origen de Tiahuanaco.



La arqueología oficial sitúa la civilización de Tiahuanaco entre el 1580 a.C. y el 1200 de nuestra era, cuando se derrumbó en su más álgida etapa de esplendor. Entre el siglo XII y XIII después de Cristo, algo ocurrió en América, pues ese periodo marca el fin de otros pueblos que habían alcanzado un alto grado de desarrollo, desde Mesoamérica a las estribaciones andinas de Argentina. Desde los Andes, hasta la cuenca del Amazonas. Los arqueólogos e historiadores bolivianos insisten en identificar, con una buena parte de carga política y étnica de por medio,  a los actuales aymaras (etnia a la que pertenece el presidente Evo Morales) como los descendientes directos de los tihuanacotas, pero no era esa la opinión de Posnansky. El padre de la arqueología tiahuanacota creía en otra raza civilizatoria, que se extinguió en algún momento a causa de un terrible cataclismo o que quizá habría emigrado a alguna otra parte de América… o del planeta.



 Otros exploradores e investigadores, como Erland Nordenskiold ("The Copper and Bronze Ages in South America"), vieron el origen de Tiahuanaco en el viejo mundo, tras examinar las herramientas encontradas en el mágico valle donde yace esta civilización andina. Nordenskiold creía que había “una considerable similitud entre la técnica metalúrgica del Nuevo Mundo y la del Viejo Mundo durante la Edad de Bronce”. Ahí está el misterioso origen del estaño que emplearon los antiguos sumerios para fabricar el bronce, en aleación con el cobre. Algunos autores, autores malditos para la ciencia ortodoxa, localizan en las estribaciones andinas ese yacimiento gigantesco del estaño que desencadenó la civilización de Oriente Medio. Una de las acepciones etimológicas de la palabra Titicaca es precisamente “piedras de estaño”… 



Un gran lugar para investigar durante toda una vida, el lago Titicaca, donde se han encontrado artefactos y elementos líticos con inscripciones que algunos investigadores han identificado con petroglifos proto-sumerios. Por ejemplo, la llamada “fuente magna” y el monolito de Pokotia, conservados (e ignorados) en un pequeño museo de La Paz.  Ya hablaremos de ellos. El mayor problema de la ciencia y la historia actuales es cerrar los ojos ante las posibilidades, ante el potencial que se abre en descubrimientos que están ahí y que, al no encajar en lo establecido, son desechados sistemáticamente.

Descubrimientos como, por ejemplo, el hallazgo por parte de Arthur Posnansky de huesos de taxodonte, un mamífero que se extinguió en el 12.000 antes de nuestra era, junto a restos óseos humanos en el mismo estrato geológico.

Esa fecha de los 15.000 años antes de Cristo que Posnansky atribuía a Tiahuanaco (nuestro hombre trabajó sobre sus ruinas desde 1904 hasta 1945) no fue producto de una disparatada imaginación sino de elaborados cálculos astronómicos que le permitieron definir el ángulo en el que se encontraba el horizonte del emplazamiento en el momento de su construcción y que apuntaba claramente hacia esa remotísima fecha…  Para Posnansky, Tiahuanaco fue el mayor templo solar jamás construido, mucho más antiguo que Stonehenge y que cualquier otro recinto sagrado de Oriente Medio, incluidos los sumerios y los egipcios. 



Las cercanas ruinas de Puma Punku (la "Puerta del Puma"), a apenas quince minutos andando de Tiahuanaco, complican si cabe más la situación. Los cortes perfectos de los ciclópeos bloques de granito y andesita apuntan a una tecnología imposible para los años en los que debieron ser tallados y las herramientas supuestamente empleadas, dada la dureza de la roca y sus proporciones desmesuradas. 



Tras la destrucción de Puma Punku, también por un cataclismo sísmico o una gigantesca inundación,  los habitantes de la región no volvieron a tener esa tecnología e incluso hoy día parece muy difícil de repetir tamaña obra con las actuales máquinas de corte de piedra. No era en vano que los ancianos aymaras contaban a Posnansky que el nombre original de Puma Punku había sido "Winay Marca", es decir, "Ciudad Eterna".



Otro de los grandes misterios que Posnansky entrevió en Puma Punku y que aún no han conseguido ser desvelados, dado el escaso interés de los diferentes Gobiernos bolivianos por promover las campañas arqueológicas intensivas, es el de las supuestas grandes cámaras subterráneas y túneles que existirían bajo Puma Punku y el propio Tiahuanaco. Esas cavernas artificiales estarían aún allí y sólo una excavación bien costeada financieramente podría sacar a la luz los secretos que esconden. Este sistema de túneles ocultos bajo las descomunales construcciones, según el austriaco, formaría parte de una red mucho mayor que se extendería hasta las minas subterráneas y a cielo abierto de donde los tihuanacotas se habrían proveído del preciado estaño y de otros minerales.



En su exposición durante la presentación de esta reedición de la obra de Posnansky, el antropólogo boliviano Esteban Ticona recordó que Posnansky ya había señalado que no se podía llamar a América "el nuevo mundo" ni a Eurasia "el viejo". Según el arqueólogo y escritor austriaco-boliviano, Tiahuanaco tenía muchos más años que las civilizaciones de ese viejo mundo.



En un próximo escrito de esta bitácora contaré la relación de Posnansky con un individuo, el misterioso Edmund Kiss, que ha captado mi atención desde que llegué a Bolivia y cuyo destino estuvo unido a los planes del Nazismo en Sudamérica y en concreto al oculto poder que los "brujos" de Heinrich Himmler creían haber encontrado en el techo del mundo de los Andes bolivianos.





5 comentarios:

  1. Mucho más que interesantísimo el asunto; hay falta de medios para investigar cuevas y todo lo demás, porque como bien dices la "pega" es cerrar los ojos ante los descubrimientos por no encajar en lo establecido. Se les caerían a los religiosos los palos del sombrajo. Lo de Herr Kiss tiene MUY buena pinta. No tardes. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias, Don Fernando. Llevo tras la pista de Kiss desde que llegué a Bolivia, pero no es fácil encontrar el rastro de un nazi en estos lares. Hay muchos indicios, pero este país es inmenso y hay temas tabúes en determinados círculos. En breve cuento la historia en este blog. Un abrazo.

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    1. Saludos Jaun Antonio soy de Lima-Peru, muy interesante tu articulo y por ello me gustaría adquirir el texto que presentas en las imágenes he hecho algunas averiguaciones y aquí no hay existencias del libro en librerías, porfavor en que librería de La Paz Bolivia lo encuentro y cual es su costo, asi mismo te comento que tengo posibilidad de adquirir la edición antigua de 440 pag aquí en Lima una tienda de antiguedades pero veo que la nueva edición tiene 600 pag, estoy en lo correcto? si es así cual es la razón, han hecho un ampliación o un estudio introductorio? por favor si fueras tan amble de aclararme estas dudas para optar por la compra de la nueva edición o bien comprar la antigua.
      muchas gracias por tu respuesta y sigue publicando este tipo de artículos. FELICITACIONES.

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